sábado, 29 de agosto de 2009

Shakira, el genio de la botella para 605 niños y niñas pobres que estudian en un colegio de Quibdó



Un computador que pueden llevarse a sus casas, alimentacion que no tendrían en ningún otro colegio chocoano y hasta columpios, son los privilegios que tienen los alumnos de la escuela Pies Descalzos.

El pasado 5 de abril, tras la tercera visita de la cantante a la escuela que 'apadrina' en la comuna 6 de Quibdó, le dijeron que por los aguaceros, que no son para nada- escasos en la segunda zona más lluviosa del mundo, los niños se tenían que quedar sin educación física o quietos en el recreo, pues faltaba el techo del coliseo.

Sólo han pasado cuatro meses y ya está recién erigida la coraza del coliseo, que hace las veces de patio de recreo. Una rapidez insólita en Colombia y más en Chocó.

La estructura de hierro y tejas que financiaron entre la Fundación Pies Descalzos y Acción Social de la Presidencia de la República, unida al muro con letras metálicas de la fachada de la institución educativa Antonio Ricaurte sede Fundación Pies Descalzos, contrasta con el barrio.

Es como si una nave espacial hubiera aterrizado y puesto las dos edificaciones blancas, el coliseo y el otro módulo del restaurante. En frente, pasando la calle, está el centro de formación para adultos de dos pisos, que también financia Pies Descalzos.

Para llegar, desde el último resquicio de vía pavimentada, toca adentrarse por una trocha urbana de altibajos y una sucesión de casuchas.

Luego, se pasa por un puente de madera sobre la quebrada La Cascorva y hay que rodear unos metros pedregosos hasta ver la estructura imponente.

La escuela es como un oasis de dignidad en la invasión La Victoria, a donde han llegado miles de desplazados de distintas oleadas de violencia que han azotado al Chocó.

¿Qué hay en esta escuela que no haya en las demás de Chocó? La sola pregunta provoca una sonrisa en cualquier profesor o alumno, pues saben que ni siquiera los hijos de los ricos del Chocó estudian con sus comodidades.

"El parque con deslizaderos y columpios", dice de inmediato Duván Orejuela Rodríguez, un tímido niño, de 11 años, y alumno de 4C. Él hizo los primeros dos años en la escuela Rogelio Velásquez y se pasó porque allá pagaba 30.000 pesos anuales y acá son 25.000 y todo es gratis, hasta el maletín con cuadernos, lápices de colores y el resto de útiles que le dan al iniciar el año.

Luego, Duván sigue con una lista en la que aparecen el coliseo, el refrigerio con Yogo Yogo y galletas, y un almuerzo que aunque dan en los otros centros educativos, acá es reforzado y con postre.

La mamá de Duván es una madre comunitaria, con cuatro hijos más, y por tanto el estipendio jamás le alcanzaría para que estudien con tantas comodidades.

Ella y todos los que se benefician de la fundación en Quibdó, son de estrato uno y desplazados de alguno de los múltiples éxodos. En su mayoría se incorporan a la vida de la 'gran ciudad' como empleadas del servicio y de la construcción.


Otra cosa que admiró fue el orden, porque todo parece nuevo y si algo se daña inmediatamente lo reparan. Además, anota, la malla alrededor evita que los niños se escapen antes de terminar la jornada.

Pero lo que más descresta en la escuela Pies Descalzos es que en el preescolar cuentan con un computador en el aula y los niños de segundo, tercero y cuarto, cada uno se puede ir a casa con su computador portátil de bajo costo, de los que inventó Nicolás Negroponte. Además, tienen un técnico que está siempre pendiente de cualquier daño en los aparatos.

Como si fuera poco, los ahijados de la artista tienen el privilegio de verla constantemente. Este año ya van tres visitas y hasta, en una de ellas, cantó para ellos.

NÉSTOR ALONSO LÓPEZ L.
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
QUIBDÓ

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